
Buenos días.
En el ala oeste de la Casa Sin Blanca se celebraba una reunión entre el Gran Jardinero de Brotes Rojos y los Treinta Tigres de Papel Moneda. Sólo ante situaciones de gran peligro para el Imperio, el Emperador hacía uso de sus poderes sobrenaturales para invocar a tan terribles bestias, capaces que arrasar el planeta con una simple orden de venta de acciones bursátiles; más, embobados por el Aura de Suprema Virtud que nimbaba al Elegido por la Turba Colorada, se comportaban como dóciles perrillos pekineses.
- Yo estoy en vuestro lugar: también he hecho algún negocio ruinoso.
Aprovechando esta muestra de sinceridad que debilitaba momentáneamente el Aura, uno de los tigres sacó sus garras.
- ¿Quieres con esto decir que tú también eres otra víctima más de tus propias políticas económicas?
- Bueno, como todos sabéis, la que lleva las cuentas de la familia es Son So; ella es la que entiende la diferencia entre un tipo fijo y uno variable.
- Ya, comprendo -replicó el tigre. - Entonces ¿no será más práctico que te reúnas con ella para que te aconseje cómo repeler el ataque de los especuladores?
- ¿Te has vuelto loco? ¡No puedo echarle la culpa ante la Turba Colorada de las decisiones que debo tomar! Y además, para los Grandes Mogoles de Frankfurt y de Bruselas, vale mucho más una foto con todos vosotros en la escalinata del palacio que una paseando por Asturias con ella.
En ese momento, los flashes de las cámaras cegaron a los tigres que abandonaron el lugar más pacíficos que nunca.
Enlace al comentario en el Blog de Santiago González
En el ala oeste de la Casa Sin Blanca se celebraba una reunión entre el Gran Jardinero de Brotes Rojos y los Treinta Tigres de Papel Moneda. Sólo ante situaciones de gran peligro para el Imperio, el Emperador hacía uso de sus poderes sobrenaturales para invocar a tan terribles bestias, capaces que arrasar el planeta con una simple orden de venta de acciones bursátiles; más, embobados por el Aura de Suprema Virtud que nimbaba al Elegido por la Turba Colorada, se comportaban como dóciles perrillos pekineses.
- Yo estoy en vuestro lugar: también he hecho algún negocio ruinoso.
Aprovechando esta muestra de sinceridad que debilitaba momentáneamente el Aura, uno de los tigres sacó sus garras.
- ¿Quieres con esto decir que tú también eres otra víctima más de tus propias políticas económicas?
- Bueno, como todos sabéis, la que lleva las cuentas de la familia es Son So; ella es la que entiende la diferencia entre un tipo fijo y uno variable.
- Ya, comprendo -replicó el tigre. - Entonces ¿no será más práctico que te reúnas con ella para que te aconseje cómo repeler el ataque de los especuladores?
- ¿Te has vuelto loco? ¡No puedo echarle la culpa ante la Turba Colorada de las decisiones que debo tomar! Y además, para los Grandes Mogoles de Frankfurt y de Bruselas, vale mucho más una foto con todos vosotros en la escalinata del palacio que una paseando por Asturias con ella.
En ese momento, los flashes de las cámaras cegaron a los tigres que abandonaron el lugar más pacíficos que nunca.
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